lunes, 17 de diciembre de 2012

Ahora en sus pantallas: Patriarcado total!


Es una película, está ahora en pantalla al precio de artículo de lujo del cine en la era de la crisis (cuanto menos cultura mejor, que la cultura hace pensar).
Su título real es De óxido y hueso, de Jacques Audiard. Intentar escribir sin espoilers es como dibujar con líneas de puntos.  Lo vamos a intentar.



En los primeros segundos la película empieza con imágenes lentas, desdibujadas, de carreteras y trenes, de película que envuelve y promete. Si es eso lo que una quería, es el momento de echarse hacia atrás en la butaca y relajarse inmensamente. Alegrón. A mi lado, otro espectador (sala llena, qué bien), saca cámara de fotos, para llevarse a casa un par de imágenes, de puro bonitas. La música, increíble. Dura poco la alegría. 

Hombre que encarna la masculinidad en su máxima potencia, exudando feromonas en cada escena, se encuentra de pronto con niño de cinco años (es su hijo, pero para él es un accesorio cargante como se lo hace saber a gritos y golpes desde el principio de la película).También juega con él. A veces. Claro.Y le busca comida. 


De modo que la única solución posible, sin un duro y con un marrón en forma de hijo,  es refugiarse en casa de su hermana (figura de mujer a la que recurrir número 1) que intentará  que por lo menos no estampe al niño contra las paredes, cosa que no consigue demasiado, porque hombre con muchas feromonas no tiene tiempo ni ganas y se le acaba la paciencia rápido. 


El hombre masculinísimo que sólo se relaciona con la fuerza, conoce en discoteca a mujer bella bellísima. Primera escena, la salva de una pelea. (figura de mujer a la que recurrir número 2, por orden de aparición)





Segunda escena, conversación: claro, vistes como una puta, cómo no te vas a meter en líos. (literal, del diálogo). 


Varias escenas más tarde se desencadena la tragedia, que abate a la protagonista. En este caso no es por puta, aunque vete tú a saber. 

Ella pierde las piernas. Se va deslizando por sumidero de dolor y pocas ganas de vivir hasta que.. sí, aparece él de nuevo para darle sentido a su vida.

Al leer las críticas, respiro confortada. 
La bella tullida y la bestia tierna, lo titulan aquíLa sirenita y la bestia, dicen en otra. De modo que no soy yo, todo el mundo lo ve!: ella es sólamente bella, y él es un gran bestia. Sin embargo, ahí está nuestro patriarcado.


 Ser bestia en el fondo es tierno. Sobre todo si es capaz de demostrar alguna emoción, aunque sea a golpes. La ternura, me temo que viene de una visión retorcida de cómo él le levanta la moral a empujones, la única forma que tiene de relacionarse con el mundo exterior, el pobre. 


Hay más. La bestia tierna, en un momento dado, decide hacerle un gran favor a ella. Ella no ha tenido sexo en mucho tiempo y él se ofrece galantemente: 



  • "Quieres follar? 
  • Ahora? Así de repente?....
Ella se mete en la cama con ganas y agobio, y vergüenza y maravillosa timidez, y excitación, y nervios. Romper el tabú de la sexualidad de personas con diversidad funcional en el cine es casi imposible. En este caso, no hace falta darle muchas vueltas. 


Él se pone en el papel de complacer a otra persona que está pasando por un trauma emocional y físico. Me pongo encima ipsofacto con toda mi sensibilidad de macho y empujo poderosamente de atrás a alante, con un gutural "lo sientes?" Incluso te agarro el muñón, que veas que no me da asco. Y es que es así, el sexo es sólo que nos la metan, ya con eso nos morimos de placer, con o sin piernas. Fenómeno. 

Pero queda lo mejor. 

Tras varios avatares, él por fin encuentra su camino en la vida, ser luchador. Y ella le espera como buena mujer, le anima, se le saltan las lágrimas cuando a él le pegan duro, venga sangre, venga sudor, venga feromonas. 


También se hace amiga del niño, para compensar el cariño que no le da su padre y de paso cuidarle, que alguien tendrá que hacerlo. 


Finalmente él hace lo que su condición de gran machísimo musculoso le impone. Carretera y manta en cuanto hay una situación un poquito más complicada o cuando se le acaba la impunidad y la protección. (porque pasan más cosas pero he dicho que no iba a ser espoiler, salvo en el siguiente párrafo, el gran final).


Cómo acabará? sí señores. Trauma terrible de nuevo. Y entonces, él se rompe, llora todo lo que no ha llorado en su vida y con ella al teléfono le dice "no me dejes solo". Y ella? sorpresa, ella dice... "claro que no."


Me he refugiado en el cine porque los lunes cuesta seis euros,y no nueve, porque siempre lo he hecho cuando lo de fuera golpea tanto que hace falta recargar  resistencias.


Ha cumplido su función. He salido más contenta. De ver cómo estas historias ya no convencen. No pueden convencer. Hay muchas más mujeres y hombres y personas que no les importa qué son ni cómo definirse que ven este hilo y deciden no jugar. 

Que ven este hilo y les entra la risa, porque no van a aceptar una relación de maltrato, porque no necesitan que les salve nadie ni salvar a nadie, porque saben que el sexo no es un cuerpo untado de aceite y musculoso empujando arrítmicamente, porque construyen sus relaciones de otra manera. 

La sorpresa son las críticas que la llaman historia de amor, críticas emocionadas, ante la increíble sensibilidad y magnetismo de la película. Danza de sometimiento. Efectivamente. Y en el sometimiento no hay belleza, hay violencia y una forma de concebir a las mujeres y al mundo enfermísimas. Visto desde fuera, el patriarcado total no es más que un bruto. Y ya no nos interesa cuidar sus traumas.